¿A
qué fenómeno perceptivo debemos denominar realidad y cuándo es autismo?. ¿Dónde
están los límites entre ambos fenómenos?.
Es conocido que el cerebro de
Einstein con gran sorpresa por parte de los investigadores era un cerebro
parecido a un “queso de gruyere”, un queso lleno de agujeros.
Cuando
el investigador al que se confió la autopsia del cerebro de Einstein, lo abrió
y lo empezó a estudiar, se encontró con la sorpresa de que era un cerebro con
grandes cavidades vacías.
El
hecho era sorprendente; todo el mundo esperaba algo espectacular, y
espectacular lo era pero en sentido contrario al esperado; el esperado era que
hubiera una gran cantidad de materia gris, una gran cantidad de neuronas; es
decir, si todos los cerebros humanos se consideran que como cifra aproximada
tienen cien mil millones de neuronas, el de Einstein se esperaba que tuviese
como mínimo las mismas o muchas más, tal vez en lo que se confiaba es que la
proporción entre las neuronas (materia gris) y el sistema de soporte “blanco”
sería distinto.
No
solamente no lo era en sentido de cantidad sino que en realidad había menos
neuronas, pero, y aquí está lo que en principio parecía paradójico y raro pero
que es perfectamente lógico, lo que el cerebro de Einstein nos demostraba es
que sólo había conservado las conexiones de los núcleos verdaderamente
importantes y había eliminado las conexiones no útiles.
El cerebro de Einstein no lo pudimos
observar cuando nació, pero es muy probable que fuese un cerebro como el de
todos los niños, compacto, denso. Montones y
montones de conexiones entre todas las neuronas.
Si
miramos el paisaje de un pueblo muy primitivo, visto desde un avión; lo que
veremos serán miles de senderos y seguramente muy pocas carreteras. Aquellos
senderos primitivos evolucionarán, según las veces que sean utilizados. Los
senderos que se utilizan mucho, se convertirán en carretera, luego esa
carretera se asfaltará y probablemente será una autovía y finalmente una
autopista que unirá dos centros grandes de interés.
¿Quién realiza o Quién decide el que los centros sean o no sean interesantes? La experiencia repetida a lo largo de los años
¿Quién realiza o Quién decide el que los centros sean o no sean interesantes? La experiencia repetida a lo largo de los años
El niño cuando nace tiene una
capacidad de curiosidad ilimitada. Jean Piaget, el patriarca de la psicología
evolutiva, demostró que los niños
pequeños realizan sin la menor dificultad, y con gran entusiasmo, operaciones
intelectuales, siempre y cuando se les estimule adecuadamente mediante formas
experimentales en forma de juego, en forma de actividad operacional. Algunos
niños con 3 años captan relaciones físicas fundamentales, como puede ser por
ejemplo: la relación entre espacio y tiempo, es decir, velocidad, naturalmente
no pueden explicarlo, saben con un saber de tipo intuitivo, experimental, que
no puede ser verbalizado, lo saben de
forma absoluta pero no tienen razonamiento lógico porque no han
llegado a este conocimiento mediante el razonamiento lógico, sino que han
llegado mediante la experimentación impulsada por algo tan importante como es
el entusiasmo vital, el desbordamiento vital, la curiosidad vital;
Recordemos
que en las clases de niños pequeños, no importa lo que vamos a
hacer, lo importante es la propuesta de “hacer una vivencia
excitante”.
Basta
con decir: “vamos a vivir,…..!!!”, sin que ese algo que vamos a vivir sea nada
definido. Basta con proponer las vivencias para conseguir que el cerebro se
active.
El
mero hecho de hablarles en un tono y, en un entorno, excita su curiosidad, sus
ganas de experimentar (no olvidemos que los gateadores ya pueden ordenar sus
peluches según criterios de orden personales pero que guardan un claro sentido
del orden). La máxima, pues, del primer año de vida es, aprendemos
viviendo, experimentando, haciendo. Los que
trabajáis con niños pequeños, observáis cada día como se entusiasman como se
esfuerzan como se concentran y también como se apagan y con que facilidad se
olvidan.
Los neurobiólogos describen el
cerebro como un sistema electroquímico activo que inmediatamente empieza a
“hacer preguntas al entorno”. Desde el primer lloro, los pequeños se dedican a
descubrir experimentalmente todo cuanto afecta a su sensibilidad, es decir,
atienden con gran interés y curiosidad a todas las sensaciones que impactan, que modifican su
sensibilidad y alcanzan el centro mesodiencefálico de su cerebro, lo que hacen
que aparezcan millones de “senderos” (sinapsis) que no sabe todavía que interés
tendrán en el futuro.
La
psicosis autista consiste en la incapacidad para seleccionar los senderos y
eliminar los que no resultan interesantes y profundizar y ampliar los que son
importantes. El primer criterio de selección es el del “me gusta- no me gusta”
y luego se atiende al criterio de selección de las exigencias educativas “por
culpa” de las cuales se “pasa” muchas veces por aquellos “senderos” del cerebro
que los educadores proponen, estimulan y exigen; aunque estos senderos no
conduzcan a situaciones agradables por si mismas.
También
se “deja de pasar” por muchos senderos que son agradables pero que están
prohibidos por el modelo educativo.
Los
primeros se van convirtiendo en “centros de interés” y los segundos tienden a
disminuir su influencia o incluso a desaparecer como ocurrió en el cerebro de
Einstein.
El guardián de los datos
El guardián de los datos
Las investigaciones de los
neurofisiólogos sobre todo de aquellos que se han especializado en la
identificación de las psicosis, han estudiado, investigado y demostrado la
función de control de selección de los núcleos centrales del cerebro. Estos
núcleos denominados tálamo y cuerpo estriado e incluso también algunos núcleos
de la protuberancia, es decir, la parte más elevada, el final superior de la
médula espinal; estos núcleos son los que reciben, en principio, todas las
frecuencias electromagnéticas procedentes del exterior, así que podemos afirmar
que los estímulos sensoriales del mundo exterior llegan primeramente al sistema
reticular, que es una estación de relevo, tanto en la entrada como en la salida
del sistema reticular hay un paso de control.
Desde
él tálamo la excitación encefálica sigue un circuito de retro alimentación, es
decir, si supera la barrera del tálamo la excitación se introduce ya en las
vías de la corona radiante que en visión macroscópica del cerebro aparece como
un ramillete de cables, que saliendo desde la zona central del cerebro se
esparce por toda la corteza. Este circuito de retro alimentación sigue a través
de regiones sensoriales primarias de la corteza de los lóbulos cerebrales y una
vez ha hecho el recorrido de retro alimentación que sostiene el ácido
glutámico, que es el neuroceptor de estas excitaciones, el cual después de recorrer todas las
regiones sensoriales primarias de la corteza regresa al cuerpo estriado, es
decir, regresa de nuevo al centro del cerebro ligeramente por encima del tálamo
y cierra el circuito y llega de nuevo al punto de partida que es el tálamo. Así
que el tálamo filtra, madura y regula la energía electroquímica que llega a la
corteza del cerebro. Los neurotransmisores de la organización y la regulación
talámica son la dopamina y la serotonina.
El
equilibrio, la armonía y por lo tanto la calidad de la organización básica
cerebral acerca de la comprensión de la realidad dependen del equilibrio
armónico entre el ácido glutámico, la serotonina y la dopamina.
Pero
el equilibrio de estos neurotransmisores depende de la excitación o de la
inhibición que recibe el sistema conducido desde el exterior por el ambiente
que vive.
Un
niño muy consentido tiende a desequilibrarse por exceso de intensidad (ejemplo:
los hiperactivos) y un niño poco estimulado puede desequilibrarse por defecto
(ejemplo: autismo y depresión).
Quiero recordar ahora, dirigiéndome especialmente a mis alumnos y a
todos los seguidores del Método CEMEDETE, que siempre hemos utilizado el
ejemplo del río que se desborda para explicar esta función, también hemos
utilizado el ejemplo de la cantidad de libros que entrando en una biblioteca,
enriquecería la biblioteca en teoría, pero en la práctica si no hay un sistema
capaz de clasificar y ordenar los libros, la abundancia indiscriminada no sería
riqueza, sino que sería el caos. Y esto es exactamente lo que los
neurofisiólogos han descubierto como base de los síntomas psicóticos.
La
secreción de los neurotransmisores cerebrales no debe ser ni poca, ni mucha
porque las cantidades o intensidades disarmónicas son la causa de las enfermedades
mentales. Los educadores pueden y deben influir en este proceso mediante la
acción educativa, la exigencia, la disciplina, la estimulación y las normas de
conducta.
¿Por qué los centros del sistema reticular
segregan más dopamina en los casos de niños con signos psicóticos o
pre-psicóticos?. ¿Cuáles son las <u>“cosas”</u> que pueden
producir más activación dopaminérgica a nivel del sistema reticular, o bien,
cuáles son los estímulos que pueden producir liberación de la actividad
cortical pre-frontal con mayor secreción de serotonina y de ácido glutámico?
La
respuesta científica la obtuvo Bliss en 1973, que descubrió unos cambios en las
uniones entre las neuronas a las que denominó sinapsis hebbiana;
son aquellas sinapsis que han sido usadas repetidamente y este uso las ha
reforzado hasta adquirir una eficacia tal que su umbral de estimulación cada
vez es menor, y por lo tanto, cada vez se excitan con más facilidad, es decir,
cada vez ese camino es más usado y, por lo tanto, cada vez es más “camino”,
cada vez es más “carretera”, cada vez se usa más porque es más carretera y
porque es más carretera se usa más y se convierte en autovía, que naturalmente
se usa más, y entonces más fácilmente se convertirá en una “autopista” que
unirá grandes centros de interés. Centros de gran importancia e influencia.
Bliss
descubrió que existe una forma de transmisión sináptica que utiliza los
receptores MMDA (metil aspartato), pero que sólo se utiliza, cuando el estímulo se produce repetidamente;
por lo tanto el receptor de ese tipo puede considerarse un detector molecular
que permite la entrada de calcio en la neurona post-sináptica en lugar de
utilizar el sodio. La neurona post-sináptica, por lo tanto, no será
despolarizada a través de sodio, que es lo habitual, sino a través de calcio,
el cual desplaza el magnesio que era el tapón inhibidor y permite entonces la activación
a través de este camino; este es un camino que permite mediante sonorización de
estímulos la grabación de larga duración, o sea, un aprendizaje
duradero.
Pero
¿podemos intervenir en estas funciones de la elevadísima complejidad neuroquímica
que nos describen las neurociencias?, ¿Es posible
activar o desactivar dichos fenómenos?.
Hay
dos respuestas positivas. Ninguna de ellas nos permite actuar de una forma
total y plena como nosotros quisiéramos, pero si que podemos intervenir y
podemos intentar intervenir para mejorar la función que deseemos.
La
primera forma de intervenir es utilizando fármacos, así que si sabemos que la
serotonina y el ácido glutámico producen unos determinados efectos, podemos
administrar, la silocibina, por ejemplo, para que esta sustancia, bloqueando
los receptores de serotonina no permita que actúe la serotonina, impida la
actuación de la serotonina y, por lo tanto, mejore los síntomas que produciría
el exceso de serotonina.
Esto
es un modo de actuar que nuestro método de activación armónica utiliza sólo de
forma muy parcial, ya que la aplicación de fármacos neuroactivos hace que los
efectos que la silocibina, bloqueando la acción de la serotonina, sean
diferentes en sus resultados según cada zona determinada del cerebro. En unas
zonas nos beneficia, pero los efectos que esta misma silocibina tiene en otras
zonas del cerebro, nos perjudica; por lo tanto, solo es usado, por nuestra
parte en casos extremos.
Nosotros
propugnamos otra forma de intervenir. Los investigadores, los estudiosos de las
neurociencias, saben que las experiencias vivenciales repetidas, son
estimuladoras de la secreción de los neurotransmisores responsables de la
acción neuronal por lo que estas substancias provocan “ganas de...”, o sea,
impulsos de conducta.
Cuando podemos ordenar una nueva
información en una conexión sináptica que ya existe, es decir, podemos incidir
y crear esas grabaciones de larga duración, convertimos “el sendero en autovía”.
¿Qué podemos hacer para que un sendero
se convierta en autovía?
Naturalmente
cuando un sendero se convierte en autovía, lógicamente el resto de senderos
próximos tienden a desaparecer, por lo tanto el educador, el terapeuta
estimulador selecciona cuales de las muchas ofertas que cada estímulo le
ofrece, interesa más potenciar o desarrollar y decide cuáles de las muchas
sinapsis que aparecen en el cerebro de los niños muy pequeños, deben ser potenciadas, cuáles son las que se
pasará una y otra vez por ellas y cuáles son las que deben ser abandonadas.
Este
es el sistema que utilizamos en CEMEDETE mediante la aplicación diaria y
repetida, a lo largo de muchos años de los programas de activación armónica que
recomendamos para que sean aplicados por monitoras personalizadas a nuestros
jóvenes pacientes.
Al
utilizar el sistema de los estímulos repetidos potenciamos el uso del ión
cálcico en detrimento del sodio y, por lo tanto, favorecemos las grabaciones de
larga duración.
Cuando
podemos utilizar esta nueva estimulación en una conexión ya existente,
aprendemos algo nuevo, o bien, estimulamos la aparición de formaciones
espinosas o de filopodios en los axones neuronales, “creando” o “diseñando”
nuevas maneras de conexión para grabar de manera perenne (larga duración) las
formas de conocimiento primario.
Ejemplo:
Los aprendizajes automatizados se convierten en conceptos simbólicos al
conectar mediante las sinapsis hebbianas, neuronas sensoperceptivas elementales,
asociadas a códigos de significación, con neuronas de análisis lógico.
En
lenguaje psicopedagógico diríamos que las unidades básicas de codificación y
asociación se convierten en unidades de conocimiento simbólico y base del
pensamiento abstracto mediante la conversión de los aprendizajes en
conocimientos.
Los dos mediadores son la dopamina y la
acetilcolina los cuales, no sólo refuerzan nuestra concentración sino que proporcionan
además satisfacción.
Por
esto nuestro semblante y los semblantes de todos los alumnos, muestran un
rostro “encendido” cuando a la hora de aprender sienten la satisfacción que
proporciona el establecimiento de una base estable de conocimientos en la
propia estructura de nuestro cerebro.
Mediante
este sistema de repeticiones sustituimos la sinapsis que hacemos fundándonos en
el ión sodio por las sinopsis hebbianas que se fundan en el ión cálcico. Cuando
ocurre este fenómeno en el seno de nuestro cerebro vamos prescindiendo de los
conocimientos elaborados mediante el impacto de una emoción grabado en la
memoria y los vamos convirtiendo en razones de conocimiento generalizado.
Este
proceso neuroquímico lo vive el ser humano como sentimiento de estabilidad,
seguridad y confianza en si mismo frente a la versatilidad cambiante del caos
de las sensaciones, las emociones y los instintos.